¿Quién, pues, podrá ser salvo?

¿Quién, pues, podrá ser salvo?  Mateo 19:25

El joven rico, que momentos antes había llegado a los pies de Jesucristo para preguntarle lo que tenía que hacer para obtener la vida eterna, lentamente se retiró, tal vez cabizbajo, con la tristeza bien trazada en su cara. Había escuchado atentamente la respuesta del Señor Jesucristo e hizo una evaluación interna de lo que le iba a costar dejar su fortuna y los placeres mundanos para creer en Jesucristo y seguirlo. Y ahora se alejaba, habiendo estimando lo terrenal de más valor que lo eterno.

Uno sólo puede imaginarse la cara y la mirada del Señor Jesucristo, quien amaba al joven que se iba.  Lo cierto es que el amor, el anhelo, y la tristeza se reflejaban en sus ojos al observar al joven que se retiraba sin lo más valioso de la vida: la salvación de su alma.  Los discípulos habrán detectado la compasión en su voz cuando pronunció: “De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos”.  Y a continuación dijo: “Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios”.

Ante esta gran declaración, los discípulos quedaron perplejos y comenzaron a pensar en cuál era la posibilidad de que las personas fueran salvas.  Al contemplar la aparente justicia del joven, su riqueza y el deseo innato de casi todos nosotros de tener riquezas, preguntaron: “¿Quién, pues, podrá ser salvo?”  ¡Se les hacía imposible la salvación!  ¿No lo ha preguntado usted? Aun más importante, ¿nunca se ha preguntado si usted puede ser salvo? ¿Habrá salvación para usted? ¿O tendrá que morir en sus pecados, sin Dios y sin esperanza?

Ahora el Señor Jesucristo se dirige a los discípulos y, tranquilizándolos, les dice: “Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible”.  Fíjese que para los hombres la salvación es imposible, es decir, uno no puede salvarse a sí mismo.  La justicia propia, las obras, las religiones, los ritos, nada que el hombre pueda hacer lo salva.  La salvación es posible solo para Dios.  Solo Dios puede salvar. ¿Sabe cómo salva Dios?  El gran Dios Salvador entregó a su propio Hijo, dándolo en sacrificio por los pecados de los pecadores, para que su Hijo derramara su sangre para purificar el pecado.  Y ahora Dios declara en su Palabra que Jesucristo, su Hijo, ha hecho todo. Y cuando el pecador arrepentido confía en el Hijo, tiene vida eterna.  ¿Quién, pues, podrá ser salvo?  ¡Todos! Usted y yo podemos ser salvos por el sacrificio de Jesucristo. Yo ya soy salvo. ¿Y usted?  Puede ser salvo hoy por Jesucristo.