¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?

¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?  Mateo 23:33

¿A quién se dirigieron estas palabras tan solemnes y escudriñadoras?  A las personas más religiosas del día, los conocidos fariseos y los escribas.  Esas personas hacían oraciones prolongadas (Mateo 23:14), procuraban convertir a otras personas a su religión (Mateo 23:15), excedían las exigencias de la ley en relación a diezmar (Mateo 23:23) y llevaban vidas exteriormente sanas y rectas (Mateo 23:24-29).  Sin embargo, a pesar de todas sus actividades religiosas, el Señor Jesucristo les advierte que necesitan escapar de la condenación del infierno.  Es decir, habían sido condenados al infierno y tenían la necesidad de buscar una forma de librarse de la condenación que les había sido designada.

Asombrados por esa sentencia de condenación preguntamos: ¿por qué, si parecen ser tan justas y respetuosas esas personas?  La respuesta se encuentra en el discurso de Señor Jesucristo en el mismo capítulo.  Repetidas veces él habla de su hipocresía y falta de entender que llevar una religiosa no cambia lo interior, es decir, el corazón.  El Señor conoce que sus corazones están llenos de hipocresía, iniquidad, robo e injusticia.  Como dijo el profeta Jeremías: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras”, Jeremías 17:9,10.

Tal vez aquí cabe reiterar que la condenación es el infierno.  ¿El infierno?  Sí, el infierno.  Pero, ¿acaso existe el infierno?  Independientemente de lo que digan u opinen los hombres, el Señor Jesucristo en once ocasiones autoritariamente declaró la existencia del infierno. Los pasajes en los que advirtió el Señor acerca del infierno son: Mateo 5:22,29,30; 10:28; 18:9; 23:33; Marcos 9:43,45,47 y Lucas 12:5.  Al examinar los pasajes en los cuales el Señor Jesucristo menciona el infierno aprendemos que: el fuego no se apaga, la persona sufrirá corporalmente, es Dios quien manda a la persona al infierno, y el gusano de ellos no muere (el sufrimiento es eterno).

Y si esas personas tan religiosas fueron condenadas al infierno, ¿qué hay de nosotros? ¿Tendremos esperanza? Bien dijo el Señor Jesucristo: “si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”, Mateo 5:20.  Así que la pregunta no es ¿cómo escaparán ellos?, sino ¿cómo escaparemos NOSOTROS de la condenación del infierno?  ¿Cómo escapará usted, estimado lector?

Ahora bien, volvamos a la pregunta del Señor Jesucristo.  Después de resumir las vidas de estas personas religiosas, descubrir sus corazones y decretar la inutilidad de sus obras y la religión de cambiarlos y quitar la condenación de encima, pregunta: ¿cómo escaparán de la condenación del infierno?  En otras palabras, ustedes han hecho todo lo posible y todavía están condenados. Entonces, ¿cómo pueden librarse de la condenación?  ¡Qué buena pregunta!  Y usted y yo, ¿cómo podemos librarnos de la condenación del infierno?

Para que la condenación sea quitada el condenado necesita una justicia perfecta.  Es decir, que no haya porqué condenarlo.  Los fariseos y los escribas tuvieron una justicia muy elevada ante los hombres, pero ante Dios aun sus justicias eran como trapos de inmundicia.  Por más que intentaron no pudieron establecer su propia justicia.  Tampoco nosotros.  Independientemente de lo que hagamos estamos destituidos de la justicia de Dios.  La solución está en que Dios provee una justicia para el pecador.  Explica la Biblia que “al que no conoció pecado, por nosotros (Dios) lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21)  Y “el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (Romanos 4:25).  Estos dos versículos explican que el Señor Jesucristo fue entregado en sacrificio por los pecados del pecador para que el pecador que crea en Él sea justificado o declarado justo delante de Dios.  Entonces, ¿cómo escapará uno de la condenación del infierno?  Solo por medio del Señor Jesucristo.  “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.