¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo?
Mateo 27:22
Se levantaron muy temprano aquel día. Tenían mucho que hacer; prepararse para una fiesta religiosa y otras obligaciones, pero lo primordial era conseguir la muerte de Jesús de Nazaret. La noche antes lo habían capturado en el huerto de Getsemaní, lo habían interrogado, golpeado y menospreciado. Ahora lo único que les faltaba era que el juez romano, Pilato, dictara la sentencia de muerte. Pero, ¿qué haría Pilato con Jesucristo? ¿Lo condenaría a muerte o lo soltaría? Todo dependía de su decisión. Así, con su preso atado, se dirigieron a la casa del gobernador para ver lo que Pilato haría.
La seriedad de la decisión de Pilato.
Al principio Pilato no reconoció la seriedad de la decisión. Cuando los judíos trajeron a Jesucristo a Pilato su primera reacción fue decirles que ellos mismos lo juzgaran conforme a sus leyes. Los romanos permitían que los judíos conservaran algunos derechos en cuanto a sus leyes y juicios. Sin embargo, no tenían derecho de ejecutar un juicio cuyo veredicto fuera la pena de muerte (Juan 18:31). En cuanto Pilato supo que buscaban la pena de muerte, es decir vida o muerte, entendió algo de la seriedad de la decisión. ¿Y usted? ¿Entiende la seriedad? Usted tiene que decidir lo que va a hacer con el Señor Jesucristo y es cuestión de vida o muerte. “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”, Juan 3:36.
La responsabilidad de Pilato.
Lo segundo que hizo Pilato fue intentar escaparse de la responsabilidad de tomar la decisión. En el transcurso del juicio supo que Jesucristo era de Galilea, perteneciente a la jurisdicción de Herodes, y él sabía que Herodes se encontraba en Jerusalén. En seguida Pilato remitió a Jesucristo a Herodes, pensando que se había librado de su responsabilidad (Lucas 23:6-12). Sin embargo, después de hacerle preguntas a Jesucristo, Herodes se lo devolvió. Habiendo fracasado en su primer intento de escabullirse de su responsabilidad, Pilato vuelve a intentarlo haciendo que el pueblo escogiera entre Jesucristo y Barrabás (Mateo 27:15-22). Obviamente pensaba que el pueblo le pediría que soltara a Jesucristo. No obstante, no resultó así, y de nuevo Pilato tuvo que enfrentarse a la realidad de que la decisión era suya. ¿Entiende usted que es responsable de hacer algo con el Señor Jesucristo? Usted no puede pasar la responsabilidad a otro. ¡Es suya! O lo recibe o lo rechaza. Si hasta el momento no ha recibido a Jesucristo, lo está rechazando.
La debilidad de Pilato.
Al final Pilato tomó su decisión para satisfacer el pueblo. “Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado”, Marcos 15:15. Imagínese que Pilato condenó a muerte un hombre inocente tan solo para quedar bien con el pueblo. Y hoy ¿cuántas personas no rechazan a Jesucristo por sus amigos o por temor al qué dirán?
Después de haber sentenciado a Jesucristo a la crucifixión, Pilato se lavó las manos y se declaró inocente, diciendo: “Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros”, Mateo 27:24. Pilato condenó a Jesucristo y se declaró inocente. ¿Dios lo tendrá por inocente? ¿Y qué de usted? Si rechaza a Jesucristo ¿lo tendrá Dios por inocente?
Estimado amigo, ¿qué hará de Jesús llamado el Cristo? “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).